Nada da más bajón en un viaje que empezar el día con un café que sabe a rayos.
Te has cruzado medio mundo, te levantas con ganas… y te sirven agua sucia en el hotel. Yo me niego a pasar por ahí.
Aquí tienes mi guía de supervivencia exprés: lo justo que tienes que llevar en la mochila y los trucos para detectar dónde sirven buen café antes de entrar. Porque la vida es muy corta para beber mal café, estés donde estés.

Tu Kit de Viaje: Si prefieres hacer tu mismo el café
No puedes controlar lo que te vas a encontrar ahí fuera, así que lo mejor es llevar el seguro de vida en la maleta. No hace falta que cargues con medio laboratorio, solo necesitas tres cosas básicas.
Equipo y Grano
La regla de oro es llevar tu propio café en grano. Si lo llevas molido de casa, para cuando llegues al destino ya habrá perdido toda la gracia. Mete una bolsa de tu origen favorito (bien cerrada) y un molinillo manual pequeño; los hay que no ocupan más que una lata de refresco.
Para prepararlo, olvídate de aparatos frágiles. La AeroPress es la reina indiscutible del viaje: es de plástico, no se rompe, se limpia sola y hace un café brutal en dos minutos. Si no tienes una, ya estás tardando.
El Agua Importa
Aquí es donde falla casi todo el mundo. El café es un 98% agua, así que si usas la del grifo del hotel (que suele tener mucho cloro o sabores raros), te vas a cargar el café, por muy bueno que sea el grano.
Hazme caso: baja al supermercado y compra una botella de agua mineral «blanda» (con pocos minerales). Es el cambio más barato y radical que vas a notar en la taza.
Cómo buscar un buen café cuando viajas

Aquí es donde la mayoría patina y acaba en una trampa para turistas. No entres al primer sitio que veas bonito; saca el móvil y juega a ser detective antes de cruzar la puerta.
Filtros Secretos
En Google Maps, olvídate de buscar «cafetería» a secas. Eso te llevará a sitios de tostadas industriales y zumo de bote.
Escribe las palabras mágicas: «specialty coffee», «roaster» o «tostador». Otro truco es buscar por métodos: si escribes «V60» o «Flat White», el mapa te filtrará solo los sitios que saben lo que hacen. Si en las fotos ves más tortitas con nata que máquinas de café, mala señal.
La Prueba Visual
Una vez allí, no te sientes todavía. Acércate a la barra y fíjate en un detalle infalible: la báscula. Si ves que el barista pesa el café antes de ponerlo en la máquina o mientras cae el espresso, estás en el sitio correcto.
Eso significa que usan una receta y no lo hacen a ojo. Si además ves bolsas de café a la venta con la fecha de tueste escrita en el paquete, ya puedes relajarte y disfrutar.
Cómo Pedir
Ya estás dentro y la máquina tiene buena pinta. Ahora no lo estropees pidiendo lo que no debes. Tienes que saber qué preguntar para confirmar que estás en buenas manos.
Pregunta por el Tueste
Piérdele el miedo a la barra. Pregunta con naturalidad: «¿Qué origen tenéis en el molino?» o «¿Es un tueste para filtro o espresso?». No es ser tiquismiquis, es interés.
Si el barista te responde con un «es café normal» o te mira mal, mala señal. Si se le iluminan los ojos y te cuenta que es un Etiopía lavado con notas florales, has triunfado.
El Pedido Estándar
Si no te fías del todo o quieres evaluar el nivel técnico sin arriesgarte a un espresso puro (que puede ser muy agresivo si no está bien calibrado), pide un Flat White.
Es la prueba de fuego: lleva menos leche que un latte, así que el sabor del café tiene que ser bueno por fuerza y no se puede esconder.
Además, la textura de la leche te dirá si el barista sabe cremar correctamente. Si te sirven una crema fina, brillante y sedosa, felicidades: has encontrado tu refugio.
Ya ves que no hace falta sufrir. Viajar es descubrir, y eso incluye lo que bebes. Con tu pequeño kit de emergencia en la mochila (¡grano y AeroPress!) y sabiendo filtrar en Google Maps, te aseguras de que la cafeína sea un placer y no un trámite.
Ahora, sal ahí fuera, busca ese local con olor a grano recién molido y disfruta del viaje.
